“Crecimos en un mundo en el que nos gustaba escuchar las guitarras a buen volumen y nadie se atrevía a llevarnos la contraria porque nos conocían bien (y porque teníamos muy mala pinta), y por ese mismo motivo sabían que de nada serviría insistir en que mas bajitas llegarían a mas gente. Porque lo que pensara la gente nos la traía floja.
Ahora vivimos al otro lado, el de la resistencia, el de la pelea sin tregua en el ring donde nos batimos día a día. Cuatro lados, cuatro cuerdas en cada uno, en total “Dieciséis cuerdas”, como si sumamos las de dos guitarras y un bajo. Con el buzo de trabajo puesto ya que todos los días nos toca ir a currar al garaje, a engrasar ese motor que pasó del típico “run-run” al feroz “raca-raca” con el que nadie nos puede callar. Motor de locomotora, imparable, como el buen rock and roll, el que antes que arrojar la toalla prefiere seguir la pelea, pase lo que pase. Dieciséis cuerdas, once balas… y bastantes más en la recámara. Sin máscaras ni mascarillas. Crudas, y calientes como salen del cañón recién disparado.
Larga vida a la actitud, al guitarreo, a la munición, al corazón mas salvaje. Si hay algo que siempre tuvimos claro en este lado es que aun no está todo PERDIDO”. |
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