| | Rubén Nasville estrena "Oxígeno", el álbum de rock que desnuda el miedo para narrar la supervivencia |
| | | | | | Se dice que el verdadero rock es el que desnuda al artista y lo deja temblando en el centro del escenario. Pues bien, Rubén Nasville ha convertido su álbum "Oxígeno" en una cicatriz abierta y un testimonio de valentía. Tras cada acorde, se adivina la tormenta personal de la que ha regresado, ofreciéndonos ahora un caudal de épica sonora. No es un debut; es la crónica de una supervivencia musical. |
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| | | Hay discos que solo son ruido de fondo, y luego está "Oxígeno". El álbum debut en solitario de Rubén Nasville no es un mero ejercicio discográfico, es el testimonio crudo, sudoroso y urgente de un hombre que ha caminado por la noche oscura y ha regresado con un puñado de canciones bajo el brazo. El zaragozano nos entrega un tratado de rock de autor que te agarra por el cuello, una crónica existencial donde el miedo se convierte en la gasolina más pura para el motor de la esperanza. Si el pulso de la música nacional no se ha roto del todo, es porque siguen emergiendo almas honestas como esta. Producido por David Santisteban y mimado hasta el último detalle en Estudio Uno y Estudio Le Goliat, este álbum suena vasto, profundo y necesario. En sus coordenadas estilísticas no hay timidez: la robusta épica de Dire Straits converge con la hondura del soul de Ray Charles y Nina Simone, todo ello filtrado por la energía contemporánea de unos Kings of Leon en plena forma. A nivel patrio, el disco dialoga directamente con la honestidad lírica de Leiva y la fuerza sin complejos de M Clan, pero con la sabiduría reflexiva de un Quique González al final del camino. Nasville lo ha dicho claro: "Estas canciones me salvaron. Ahora quiero que insuflen vida con los demás". Y lo logra. |
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| | | La lírica de este sublime compositor es la que eleva el material a otra categoría. Nasville convierte el verso en una metáfora poderosa que no se esconde. El itinerario de superación trazado en los ocho cortes comienza con la duda y culmina en la calma recobrada. Pensemos en la poderosa alegoría de sanación que es "Finisterre", donde el rock con sabor a verdad nos habla del retorno a lo esencial y susurra: "Atardece en el punto final". O la súplica íntima de "Tu tiempo y el mío", buscando el puerto donde se guarda lo que no pudo decirse. El tema central, "Oxígeno", es un grito de renacimiento y libertad, la decisión de soltar el peso. |
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| | | | Pero el corazón del álbum late en dos piezas clave. "Fotos a contraluz", con el apoyo visual del actor Pepe Lorente, captura ese amor que se rehace en la sombra, el reconocimiento entre dos almas que se sienten vivas de nuevo. Y el clímax emocional llega con "Huracán", un estallido de vida compartida que cuenta con la participación vocal de Litus, y donde se celebra el vértigo dulce que te devuelve el pulso: "Siento como floto, el corazón se me acelera / propulsándome hasta el centro del huracán". "Oxígeno" es la prueba de que la música, al igual que el aire, es un elemento vital. Es el resurgir épico de un músico que ha sabido convertir la adversidad en un caudal de rock honesto y sanador. El aire que nos faltaba. |
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