LET
THERE BE… AC/DC
La
mañana del domingo 31 de mayo, cinco intrépidos aventureros
montamos en coche. Destino: El infierno.
Tras
cuatro horas de camino y tras encontrar un aparcamiento, fuimos a dar
una vuelta a los alrededores del Estadio Vicente Calderón para ver
el ambiente y los puestos del, excesivamente caro, merchandising
oficial del grupo. Menos mal que nos quedan los vendedores de
productos “no oficiales”.
Tras
volver al coche a por suministros, regresamos nuevo al exterior del
estadio, esperamos a que abrieran las puertas. Es entonces cuando
anunciaron su apertura y nos separamos: algunos íbamos a pista y
otros iban a las gradas. Pillamos un buen sitio, a unos pocos metros
de la plataforma elevadora en la que se preveía que iba a tocar algo
Angus. Nos tocó esperar unas dos horas a que empezaran los
teloneros: los californianos Vintage
Trouble, con un estilo más blues rock,
que caldearon el ambiente.
A
poco de acabar su actuación, el cantante Ty
Tyson se bajó del escenario: subió a
una valla y se tiró al público. Esta práctica fue abortada hasta
dos veces por los de seguridad, que le agarraban de las piernas. Pero
a la tercera fue la vencida: Tyson surfeó entre la gente, los de
seguridad lo cogieron y volvió al escenario, donde presentó a la
banda y se despidieron.
Hubo
una pausa para cambiar las guitarras, batería, etc., y, media hora
después, por fin llegó el momento: el vídeo inicial y Rock or bust
abrieron el concierto de AC/DC.
Luego llegaron Shoot to thrill, Hell ain’t a bad place to be, un
Back in black cantado a coro por todo el estadio, Play ball y Dirty
deeds done dirt cheap, canción en la que Brian Johnson deja cantar
una parte a Angus Young. Fue entonces cuando llegó la parte
apoteósica del concierto: Thunderstruck, coreada por todo el
público; High voltage, en la que Brian cantaba para que la gente le
respondiera; y Rock and roll train. Fue entonces cuando bajó la
campana al escenario y sonó el riff de Hells bells, una de las
canciones más esperadas por el público. Tras esto, sonó Baptism by
fire, del último disco, You shook me all night long, Sin city, Shot
down in flames, Have a drink on me y un T.N.T. en el que el público
se encargó de hacer el “oi, oi, oi” del coro.
Entonces,
el escenario se oscureció y apareció la muñeca hinchable gigante
Rosie, y empezaron a tocar Whole lotta Rosie. Al acabar, una pequeña
pausa de unos 30 segundos y volvieron a la carga con Let there be
rock, en la que Angus se tocó un solo de nada más y nada menos que
13 minutos, mietras se disparaba confeti sobre el estadio. Otra pausa
para que Angus tomara aliento… y Madrid ardió. Un incombustible
Highway to hell aclamado por el público que convirtió la capital de
España en el mismísimo Infierno. Y ya para acabar tocaron For those
about to rock, mientras seis cañones disparaban en los instantes
finales.
Para
acabar, he oído comentarios como Chris Slade se perdió en el
inicio de "Sin city” o "Brian estaba tocado de la voz”. Sí, son
fallos, pero son humanos y además tienen más de 60 años. No se
les puede pedir más, ya que el espectáculo que dieron fue
impresionante, con una inmensa calidad de audio y vídeo.
En mi
opinión, este ha sido, y siempre será, el mejor concierto al que he
asistido en la vida.
Texto
y Fotos: Salvador Raya Cuesta
*Desde
“El Suavecito”, Nuestro Agradecimiento para Salva por esta gran crónica.
De puta madre! Nos veremos en el infierno! Chane.
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