Los caminos de la música son inescrutables cuando el talento toma el bastón de mando sobre lo previsible. Porque la espontaneidad en la creación siempre es más efectiva que la planificación milimétrica, porque la libertad creativa es la fascinante expresión del indómito espíritu de este rockero.
Su nombre es Elías Andrada, y dejó atrás su Argentina natal para afincarse en Girona, donde dio a luz en 2016 a un proyecto de nuevo cuño en el que plasmar sin jefe ni dueño todas sus inquietudes musicales.
Reeper nació para romper esquemas, para encaramarse al pináculo de una escena tan laberíntica como ávida de frescura. Y es precisamente la frescura uno de los estandartes de un álbum debut que, bajo el apelativo de ‘Get Your Ecstasy’, extasiará con sus soberbias composiciones a todo aquel que se dé la oportunidad que descubrirlo y deleitarse con sus melodías cargadas de efectividad y sus engranajes rítmicos repletos de pegada.
Varias fueron las idas y venidas de músicos hasta que, al fin, la tecla adecuada fue presionada al involucrarse el prestigioso multiinstrumentista y productor David Palau en una aventura que, comandada por la creatividad compositiva de Elías y su inseparable guitarra, siempre interpretada con maestría y lucidez, completan el vocalista Dagarod y el batería de sesiones Joan Barbé.
Reeper es pura pasión, a veces canalizada en toda una descarga de adrenalina con aroma a heavy rock clásico, como en “Egypt”, y otras veces envuelta en un manto de finura y clase en clave de hard rock melódico, como en la irresistible y maravillosa “Under My Skin”. Ambas fueron avanzadilla del álbum debut, y en pocas semanas dinamitaron todos los listones alcanzando más de 100.000 visualizaciones en su conjunto, todo un hito para un proyecto incipiente.
La imprevisibilidad asociada a la inspiración ha sido históricamente llave maestra para abrir la puerta de la notoriedad y la innovación. Ninguno de los grandes clásicos que todos tenemos en mente siguió a pies juntillas un guion preestablecido, sino que escribieron el suyo propio dejándose llevar en volandas por musas que, en muchos casos, carecían de patrón. Elías deseaba en realidad practicar un sonido más próximo al grunge moderno y al rock alternativo del otro lado del charco, mirándose en el espejo de bandas como Nickelback, pero tan inescrutables son los senderos de los elegidos que el hard rock con garra se adueñó casi por completo de su álbum debut, azuzado también por los músicos involucrados. Hacia esa dirección primigeniamente ideada se encamina un segundo álbum cuyas canciones ya están en el horno.
Así, “Shelter in the Night” podría evocar sin despeinarse una noche angelina eléctrica y desenfrenada en plenos ochenta, y “Don’t Look Away” coquetea con un heavy metal de corte clásico que haría girarse a Rob Halford, todo sin renunciar a una producción consistente, robusta y actual que saca punta a la abrumadora y rocosa “Disappear”.
Como el hard rock tiene que emocionar tanto como divertir, “Saturday Night” transporta al oyente a su garito favorito de heavy rock incluso aunque sonase un lunes a las tres de la tarde, mientras que el heavy metal permeabilizado por un órgano hammond de “Wicked Soul” pondrá a prueba sus cervicales. Y es que resulta difícil no rendirse a una banda que lleva a un terreno propio el cóctel entre lo tradicional y lo contemporáneo, tributando a la autenticidad a la par que busca y encuentra su propia razón de ser.
Por eso, la aureola de Guns N’ Roses planea sobre “Final Destination”, encarnando una excitación eléctrica que también guiña el ojo al metal alternativo de bandas como Shinedown o Alter Bridge. Y como el aburrimiento no es una opción en la carta de presentación de Reeper, el heavy metal acelerado y contundente de “No Mercy In Me” vuelve a pillarnos a pie cambiado. Todo es sorpresa e imprevisibilidad, resguardada, eso sí, bajo el paraguas de una coherencia difícil de alcanzar cuando el eclecticismo desafía márgenes preconcebidos.
“I Lost my Time” se titula la esbelta balada que echa el candado al disco, contraviniendo con magnetismo y acompasada intensidad la sensación que cualquiera tendrá cuando el redondo se detenga. La contraria a haber perdido el tiempo, la contraria a haber escuchado un disco del montón, un píxel más en una imagen plana. Qué mérito tiene despuntar en la batalla por la diferenciación con el primer disparo.
El tiempo dirá si la justicia se quita por Reeper la venda de los oídos y posiciona a la banda en el lugar que le corresponde, pero lo nuclear está hecho: dar el pistoletazo de salida a una trayectoria prometedora con un álbum que no dejará a nadie indiferente. ¡Atrévete tú también y toma tu propio éxtasis musical!
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