JUDAS PRIEST MEMORABLES EN SEVILLA
Fotografías Paco Cañero
Judas Priest siguen pensando los
términos que escribirán en su epitafio, y les queda para rato, porque
los más de cuarenta años que llevan avivando la candela del heavy metal
se nota cuando pisan el escenario: son los dioses, para qué negarlo, y
Halford el sumo sacerdote. De nada sirvió anunciar su despedida, de nada
la marcha del fundador KK Downing. Cuando la máquinaria de la
Providencia arranca es imparable, y la noche del viernes la vimos a
pleno rendimiento, y por primera vez, en un concierto memorable en
Sevilla que reunió a cerca de 6500 personas según cifras oficiales, una
cantidad nada desdeñable teniendo en cuenta la escasa cobertura que los
medios de comunicación dieron al evento.
En el auditorio Rocío Jurado de la Isla
de la Cartuja, los Metal Gods volvieron a mostrar su más selecto
catálogo, ese supuesto epitafio que se niega a sí mismo a golpe de
diamantes y óxido y nos obliga a peregrinar por segundo año consecutivo
al santuario de Judas.
Epitaph tiene una puesta en escena
grandilocuente. En estas lides Judast Priest se llevan la palma:
recordamos el tour del 82, Screaming for Vengeance, donde utilizan el
láser por primera vez, o el magnífico Defenders of the Faith del 84, con
una parafernalia sin igual para un grupo heavy metal de la época.
El espectáculo incluye una amplia
muestra de su repertorio, desde el Never Satisfied de su primer álbum
Rocka Rolla de 1974, hasta Dawn of Creation/Prophecy de su último
trabajo publicado, Nostradamus, en el año 2008. La setlist se centra
sobre todo en la primera época de Judas Priest, 18 temas firmados entre
los años setenta y ochenta, aquellos con los que ganaron el título que
ostentan merecidamente. Una pista de cada álbum de estudio como
prometieron, y la certeza de que el show va a revivir muchos recuerdos.
Rondaban
las ocho de la tarde, con una temperatura más que agradecida,
cuando Udo Dirkschneider y su banda abrieron con Rev-Raptor de su último
disco de 2011, y continuaron con Animal House y un repertorio que
alternó temas antiguos con otros más recientes como Leatherhead. El
público se anima y corea los temas con un entusiasmo que parece
desbordarse cuando atacan clásicos como Pincess of the dawn y Man and
machine. Metal heart cierra el concierto, un tema que defienden en el
escenario aunque nada que ver con la ejecución a la que Accept nos tiene
acostumbrados. Sin embargo, sirvió para volver a calentar las gargantas
del público con el coreo masivo del Para Elisa que emula Stefan
kauffman con su riff en solitario. Como recompensa, salen al escenario
de nuevo y ultiman con Fast as a Shark.
Dirkschneider es un tipo simpático, muy
activo sobre las tablas y con una potente voz que utiliza para agradecer
a Sevilla su acogida en un castellano de manual de idioma en 7 días. He
de reconocer que UDO no es una banda que me entusiasme; sin embargo, y
pese a los problemas de sonido y la básica escenografía, los tipos de
Solingen tienen un directo potente y muy muy estimulante.
Blind Guardian aparecen a las nueve y
media. Ya empieza a caer la noche y las primeras notas de Sacred World
aplacan el ambiente, sinfonía legendaria para el cuerpo. El trabajo
vocal, duro, de Hansi Kürsch nos recuerda mucho a Urban Breed de Tad
Morose, y los contrapuntos de André Olbrich y Marcus Siepen ofrecen
mucho juego en el escenario.
Welcome to dying, Nightfall,
Imaginations from the other side y las muy aplaudidas Valhalla y The
bard's song – in the forest son algunas de las piezas que repasan en los
aproximadamente 6o minutos de concierto ante un público cada vez más
numeroso y entregado. El acústico cierra el lote y tras el prolongado
aplauso vuelven al escenario con Mirror mirror.
El interludio hasta la salida de Judas
Priest, apenas 20 minutos, se salda con una avalancha de público
entrando en el auditorio con los Black Sabbath de fondo y el telón de
Epitaph cubriendo el escenario.
La apertura se inicia con Rapid Fire y
un Ritchie Faulkner admirable, inquieto, haciendo guiños al público y
jaleando su intervención mientras Halford hace una increíble
demostración de voz enarbolando estilo y elegancia. El sonido es
impactante, limpio y demoledor (pese a las condiciones acústicas del
auditorio), tanto como Metal Gods, el segundo tema que asaltan también
de British Steel, el álbum más revisado de la noche.
Heading out to the highway, Judas
Rising, Starbreaker, Victim of changes, y seguimos sin estar
satisfechos. Los Judas mueven en el escenario muchos años de maestría
musical y actoral. "Este podría ser nuestro último show, cambiamos los
sueños pero nunca los esquemas..." canta Halford en Never Satisfied. Y
lo creemos.
La versión de Diamond and rust, de Joan
Baez, nos muestra a un Faulkner muy sentido en la primera parte del
acústico y excitante cuando ataca la eléctrica. Dawn of creation y Night
crawler hasta Turbo lover vuelven a enardecer al público. Haldford se
cambia de indumentaria continuamente, su actitud en el escenario es
magistral. Oigo decir que es el Freddy Mercury del heavy metal: dirige,
controla, escenifica, comunica y dramatiza los temas hasta llevar al
público al paroxismo.
En Beyond the realms of death, el
frontman comienza su relato sobre Epitaph, el recorrido de Judas Priest y
la historia del heavy metal con un recuerdo a Black Sabbath que se
extenderá a lo largo del concierto a todos sus compañeros, desde Iron
Maiden hasta Motörhead.
Llama la atención el contraste que
produce en el auditorio el colorido del escenario con la masa de gente
que se agolpa a lo largo del recinto vestida de riguroso negro. La
escenografía de Epitaph está diseñada para impactar y no se escatima en
artificios: luces, láser, fuego, humo y un vídeo que curiosamente
muestra en un momento de la actuación un fallo de error de windows y que
es, quizás, lo más medianito del show.
The sentinel, Blood red skies, The green
Manalishi y Breaking the law, donde Haldford cede el micro al público,
siguen ofreciendo espectáculo. La incorporación de Faulkner aporta vida a
la banda ante el estatismo escénico de Tipton y Hill, que apenas se
mueven de su sitio. Faulkner, por el contrario, no sólo se remueve como
una culebra, también dialoga mucho con el público, deja de tocar para
señalar con el dedo y proponer, encara a sus compañeros y anima el
cotarro sirviendo a Haldford de escudero en esa batalla gloriosa.
En la última parte del concierto, y
llevan ya 16 temas concluidos, embisten con Painkiller, The Hellion,
Electric eye y Hell bent for leather con Haldford cabalgando su Harley.
Ya sabemos que el concierto está a punto de terminar cuando Haldford
saca una bandera de España y la pasea instando al personal con un yeeee
yeeee que todos replican hasta acabar en una "curiosa" emulación de
quejío flamenco del cantante y las primeras notas de You've got another
thing coming, y Living after midnight, ambas magníficas. British Steel
de nuevo para cerrar este viaje por la historia del heavy metal del
grupo británico.
Los de Birmingham ofrecieron la noche
del viernes un notable espectáculo ante miles de fans que no dejaron
pasar un tema sin enarbolar las gargantas al ritmo y tono que marcaba
Rob Halford, sesenta años de estupenda y operística voz, elegante con su
cuero negro y con la energía suficiente para liderar casi tres horas de
auténtico y genuino rock duro.
Queremos agradecer a Paco Cañero la cesión de
fotografías. Paco es director del programa de radio "El suavecito", en Onda Marina Radio 107.4 FM
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